Son distintos grupos de personas que se ponen al servicio de los peregrinos que vienen los últimos días de cada mes, y en especial el 31 de agosto.
La palabra “servidor” es muy linda porque nos identifica con lo que vino a hacer Jesús entre nosotros, que nos expresó tan bien en la última cena cuando lavó los pies a los discípulos:
“Durante la Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que él había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura. Cuando se acercó a Simón Pedro, este le dijo: «¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?». Jesús le respondió: «No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás». «No, le dijo Pedro, ¡tú jamás me lavarás los pies a mí!». Jesús le respondió: «Si yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte». «Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!». Jesús le dijo: «El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está completamente limpio. Ustedes también están limpios, aunque no todos». Él sabía quién lo iba a entregar, y por eso había dicho: «No todos ustedes están limpios». Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: «¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor; y tienen razón, porque lo soy. Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes. (Jn 13, 2-15)
Nuestro ritmo de vida hace que todo el tiempo estemos ocupados de “nuestras cosas”, corremos el riesgo de vivir concentrados en resolver las necesidades propias o las de las personas que tengo alrededor. Es lindo asumir un compromiso que nos saque de ese riesgo de encerrarnos: servir a gente que nos necesita, que no conocemos, pero que nos necesita. Comprometernos en esas tareas nos hace crecer el corazón y nos da una gran alegría, difícil de explicar.
Si querés sumarte para servir a las parejas que están buscando un hijo, a las embarazadas y a los bebés y niños que traen para bendecir, avisanos y te contamos las distintas posibilidades que hay para ayudar.