A veces, cuando vamos a Misa los fines de semana o los días de Santuario, nos encontramos con algunas personas que se acercan en el momento de la comunión, vestidos con una toga blanca. Son los ministros de la comunión. Son laicos de nuestra comunidad que tienen ese ministerio o servicio.
Igualmente esa no es su tarea principal, lo más importante que hacen no se ve tanto: su compromiso principal es acercar la comunión a los abuelos de los cuatro geriátricos de nuestro barrio y a los enfermos de la comunidad.
Somos conscientes de lo que nos dice Jesús:
“Jesús respondió: «Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo». Ellos le dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan». Jesús les respondió: «Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed.” (Jn 6, 32-35)
Es lindo que, conociendo el compromiso que tienen con los más débiles de nuestro barrio, recemos por ellos, para que puedan acercar a Jesús a quienes no pueden acercarse hasta nuestro Santuario.
Los ministros de la comunión son nombrados cada año y pueden prestar ese servicio por 5 años consecutivos como mucho.